La historia del
café comienza con una cabra, o al menos eso dicen las leyendas. Se dice que
Kaldi, un cabrero africano, un día notó que sus cabras actuaban de un modo
extraño justo después de comer cierto arbusto. El cabrero tomó algunas de
las bayas del arbusto para sí mismo, comenzó a saborearlo y notó que tenía algo
especial. No tardó en contarlo a quienes conocía y fue así como se
propagó el rumo acerca de las curiosas propiedades de estos pequeños
granos que actualmente conocemos como café.
Originalmente,
el café era una
comida y no una bebida. Las primeras tribus del este de África
mezclaban las bayas de café (el grano sin cáscara) con grasa animal, formando
algo así como barras
energéticas. El café también creció en la Península Arábiga y
fue allí donde se preparó por primera vez como una bebida caliente.